Siempre me lo pongo difícil, y busco mil vueltas para no acabar haciendo lo que quiero. Lo que quiero en el presente. Por pensar en el futuro. Por mirar al pasado y lamentarme.
El futuro no existe. El pasado tampoco.
Solo estoy yo, y estas líneas que estoy escribiendo. El mundo es mi habitación ambientada con una luz roja comprada por internet. La vida no tiene fin, no tiene sentido. No soy un lienzo en blanco, pero quien soy y como he llegado hasta aquí es difuso. No me apetece rebuscar. Me gustaría quedarme en este estado por un tiempo, un poco más de lo que las necesidades mortales y humanas me permitirán. Creo.
¿Es todo parte de mi imaginación? Al menos, todo ocurre en mi mente. ¿Verdad? Pero a veces es tan bonito cuando parece que no es así, sino que nuestra mente y la de otra persona se miran, y se sonríen. Todos estamos metidos en este juego que llamamos vida. Está guay, está entretenido. Está gracioso, a veces, cuando nuestra mente tiene un poco de aire para disfrutar de su existencialidad.
Las teclas de este teclado son tan suaves. jvnweo0ijfkn cnvrej8493-023nk mcskdk nhfdjri jfookldnsd
Mi pulgar es un clítoris. Mi uña es un ano. Los pelos de mis nudillos son el bigote de un adolescente. Mis manos son un arbol, y mis dedos son unas ramas secas. Tan secas que se parten al doblarlas. Mi cuello es una gran roca de mármol resquebrajado. Mis pies son una nube. Mis ojos se quieren cerrar.
Hace mucho que no me fumo un porro. Hace mucho que no me emborracho. Hace mucho que no le como la boca a alguien y me pierdo entre sus labios.
Hace no mucho que cené, y me acabo de lavar los dientes, pero me comería unos macarrones de con tomate de los que hacía mi madre.
Me siento solo. Mi cuerpo quiere cerrar los ojos, y mi mente quiere imaginar que mi amor está a mi lado, nuestras mentes se entienden por telepatía, y me acaricia el cuerpo, hasta quedar dormidos abrazados.